La corona completa está compuesta de gran cantidad de rayos de luz sumados. A menudo, el paso de las nubes sobre la Luna hace que la corona se encoja y se agrande, de acuerdo al tamaño de las gotitas que la moldean.
Gotas más pequeñas generan las coronas más grandes, de varios diámetros de Luna. Las coronas pueden ser generadas también por cristales en nubes altas y hasta granitos de polen que transporta el viento.
A diferencia de la corona, que es de colores, el Halo Lunar es blanco y se produce a una mayor distancia, a 22° de la Luna.
En muchos lugares la presencia del halo lunar se relaciona con enfermedades. Tiene cierta lógica: la presencia de hielo en la alta atmósfera en varias ocasiones es indicadora de un cambio brusco en el clima que trae por consecuencia enfermedades respiratorias principalmente.
Las nubes altas también ocasionan otros tipos de fenómenos llamados luminiscentes. En ocasiones es posible ver en las nubes próximas al Sol o la Luna los efectos de dispersión de la luz con coloraciones semejantes a la de un arco iris, pero en un sector pequeño de tales nubes.
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