En 1883, explotó un volcán en Indonesia llamado Krakatoa. El estallido fue equivalente a una bomba nuclear de 100 megatones. A 600 kilómetros de distancia, la gente escuchó el ruido de la explosion. Columnas de cenizas se elevaron hasta los límites de la atmósfera terrestre, y la Luna se volvió azul. La razón fueron las cenizas del Krakatoa. Algunas de las nubes de ceniza estaban llenas de partículas de aproximadamente una micra de diámetro, que tenia como efecto dispersar fuertemente la luz roja, permitiendo el paso de otros colores.
Los haces de luz blanca de la Luna que pasaban a través de las nubes emergían de color azul y algunas veces de color verde. Las lunas azules persistieron durante años luego de la erupción. También se vieron soles color lavanda y, por primera vez, nubes noctilucentes.
Este fenómeno que provoco la erupcion del volcan en la isla de Krakatoa y produjo que la Luna fuera Azul duró casi 2 años.
La sequía en el sur de Asia, en 1927, levantó tal cantidad de polvo a la atmósfera que la Luna se tiñó de azul. Los grandes incendios forestales canadienses en 1951 volvieron a crear una Luna Azul.
Con mayor probabilidad, sin embargo, será roja. Las nubes de ceniza y polvo lanzadas hacia la atmósfera por los incendios y las tormentas generalmente contienen una mezcla de partículas con un amplio espectro de tamaños. La mayoría son menores a una micra y tienden a dispersar la luz azul. Esta clase de nubes hace que la Luna se vuelva roja; de hecho, las Lunas Azules rojas son mucho más comunes que las Lunas Azules azules.
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