El Festival de Luna verde se celebra anualmente en San Andres Isla, Colombia.
El Festival de la Luna Verde es una celebración que hace visible un modo de ser y celebrar que es propio de la gente afrocaribeña. A pesar de tener un origen reciente, el festival presenta características que relatan la historia de estas Islas (Archipielago de San Andrés y Providencia). La desaparición absoluta de la presencia indígena, así como la colonización por parte de ingleses que introdujeron africanos para laborar en grandes plantaciones, se manifiestan hoy en día en la cultura sanandresana.
El festival se inicia con una exitante marcha que recorre las principales vías de San Andrés al ritmo de tambores marciales que marcan el compás, aprovechado por las huestes de la numerosa banda de percusión para desarrollar coreografías originales. Los ritmos militares son acompañados por pasos de marcha sugeridos por claves de tambor, que varían según el líder que conduzca a la banda militar juvenil. Estos líderes establecen una especie de competencia entre sí cuando, estando al frente de la banda, señalan las marcaciones rítmicas, que el conjunto debe interpretar y trasladar sin perder contacto con el ritmo inmediatamente anterior.
Entre tanto, en medio de los miembros de la marcha, se realiza una lucha coreográfica. Estas coreografías tienen su origen en los antiguos juegos de guerra de los guerreros Coromantés de Ghana y los bailes épicos de las coreografías Ashantis, que representan un complejo simbolismo corporal y rítmico.
Por la noche se presentan los conjuntos musicales y danzísticos de las Islas.
Los tradicionales comprenden los bailes heredados de los bailes salonescos europeos de finales del siglo XIX, como la polca o el chottis. Pero también, hay conjuntos musicales que hacen uso de los instrumentos acústicos radicionales africanos como tambores, la carraca y el caracol. Estos escenarios festivos nos remiten a las jornadas anuales conocidas como Congo Meetings que se practicaban en el secreto abigarrado de la manigua, plantación adentro, durante la colonia. En ellas afluían los represados gritos, bailes, gestos dramáticos y expresiones apisonadas que sucedían a pesar de los esfuerzos británicos por reducir a su mínima expresiónlas reconstrucciones culturales y místicas de los africanos.
Como consecuencia directa de los procesos de acción de la cultura colombiana continental desplazada a los territorios insulares, otros elementos musicales han logrado arraigarse relativamente en el Green Moon tales como el vallenato que ha sido introducido por los barranquilleros que han inmigrado a la isla. También se presentan los artistas, venidos de todos los confines del Caribe, representan lo más vivaz y dinámico del actual cosmopolitismo de la música antillana.
Entre las influencias más importantes está la de Jamaica que, como la metrópoli inglesa del Caribe, se ha constituido como generadora de caracteres culturales irradiados por el constante intercambio de información sobre costumbres, modas y noticias. Jamaica y Trinidad constituyen las bases de una cultura musical que se extiende por toda la región. Después de la primera guerra mundial muchos jamaiquinos son alistados en el ejército inglés. Los soldados que regresan traen consigo instrumentos musicales como los tambores- "Charles", utilizados en las marchas de combate, trompetines y clarines.
La. guitarra (adoptada por el fuerte contacto con la gente afrohispana) y el banjo –viejo instrumento africano, cuyo nombre original es banjor y que fue reconstruido por los africano-americanos de Estados Unidos– ofrecen las posibilidades melódicas, iniciando con ello una transformación rotunda.
Es quizás un poco antes de ese momento cuando el Mento se difunde por las islas de habla inglesa y entra en San Andrés y Providencia, con el aporte local que debió adaptar instrumentos precarios pero que mantuvo intacto su contenido, reemplazando los hechos foráneos por sus propias crónicas y comentarios.
El Festival de la Luna Verde presenta características singulares que lo diferencian de otros que se celebran en el interior del país, como el hecho de ser el que aglutina el afrocaribe y sus manifestaciones culturales contemporáneas. Ya no se trata aquí de reunir los fósiles de expresiones que ya no representan a nadie, sino de hacer interactuar las manifestaciones vivas y dinámicas que hacen del Caribe una de las regiones cuyos productos culturales alcanzan difusión e influencia mundiales.
El Festival de la Luna Verde invoca las raíces más profundas del ser isleño, atrapado en medio de la triste ideología utilitaria que lo ha puesto al borde de un abismo de incertidumbre y alienación. Para los organizadores no había mejor método o estrategia, para rellenar la desolada alma de sus coterráneos, que la llave que abre los confines de su propio ser: la música.
El Green Moon Festival ensancha una nueva actitud. Los espíritus invocados penetran en los cuerpos, danzan. El Muntu ha regresado.
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