La Fuente de la Diana Cazadora, una de las obras escultóricas más representativas del arte mexicano, tiene una interesante historia, reflejo de los cambios políticos, sociales y culturales de la Ciudad de México, metrópoli que la ha encumbrado como uno de sus más preciados símbolos urbanos.
La Diana representa a la diosa Artemisa o Diana, deidad de la Luna.
La escultura de la Diana Cazadora, cuyo nombre verdadero es el de "La Flechadora de las Estrellas del Norte", inicia su historia en 1942, cuando el entonces presidente de México, Manuel Ávila Camacho, a través del regente del Distrito Federal, Javier Rojo Gómez, inició un programa de embellecimiento de la ciudad que incluía la creación de varias fuentes monumentales en glorietas o esquinas representativas.
El arquitecto Vicente Mendiola y el escultor Juan Olaguíbel, fueron comisionados para que realizaran la construcción de una de estas fuentes para una glorieta que se localizaba sobre el Paseo de la Reforma cerca de la entrada al Bosque de Chapultepec. El tema que se eligió fue el de Diana, la diosa romana de la caza, la Luna, pero en esta fuente, esa diosa, en vez de cazar con su arco bestias en los bosques, ahora flecharía las estrellas de los cielos del norte, de ahí el nombre de la escultura.
Como modelo para la ejecución de la misma se seleccionó a Helvia Martínez Verdayes, en ese tiempo una joven de apenas 16 años que trabajaba por las tardes como secretaria en las oficinas de Petróleos Mexicanos. La escultura fue elaborada de abril a septiembre de 1942, mes en que finalmente se realizó la fundición en bronce de la misma. Durante todo ese tiempo, Helvia Martínez Verdayes posó desnuda para el escultor sin recibir otra paga que la vanidad de ver su cuerpo inmortalizado en una de las avenidas más hermosas de la ciudad.
La Fuente de la Flechadora de las Estrellas del Norte, fue inaugurada el 10 de octubre de 1942 y desde ese momento se ganó el afecto del pueblo, quien la empezó a llamar "La Diana Cazadora", pero desde esa fecha también se ganó las críticas de los sectores más ultraconservadores de la sociedad mexicana de la época, siendo la Liga de la Decencia quien un año después, tras una serie de actos de protesta que incluyeron la colocación de ropa interior de tela sobre la escultura, lograron que Juan Olaguíbel le colocara un calzoncillo de bronce a su obra. Sin embargo, el artista previendo otros tiempos de mayor libertad, únicamente lo fijó con tres puntos de soldadura, en espera de poder retirarlo más adelante.
Al paso del tiempo la mentalidad de la sociedad mexicana fue transformándose y para aprovechar la celebración de las Olimpiadas de México 1968, el entonces regente Alfonso Corona del Rosal, en respuesta a una petición de Juan Olaguíbel, decidió retirar el taparrabos de bronce de la escultura, sin embargo al realizar esto, la estatua sufrió algunos daños. Para solucionarlo se decidió fundir una nueva pieza sin defectos para que ocupara ese lugar, mientras que a la que resultó dañada fue vendida por el artista al regente para evitar que la pieza fuera destruida, ese pieza fue donada por el político a Ixmiquilpan, su pueblo natal donde permanece desde 1970.
En 1974, a raíz de las obras del Circuito Interior, la Fuente de la Diana Cazadora fue trasladada de su ubicación original al parque Ariel, a un costado de donde hoy se levanta la Torre Mayor. En ese sitio permaneció prácticamente escondida durante 18 años, hasta que en 1987 un grupo de artistas e intelectuales exigieron la reubicación de la Diana Cazadora a la glorieta que se forma en el cruce de Paseo de la Reforma con la calle de Sevilla. Esta petición fue respaldada a su vez por la ciudadanía, quién logró que el gobierno la recolocara el 5 de agosto de 1992 en su glorieta inaugural donde permanece hasta nuestros días.
De esa manera ha trascurrido la historia de esta escultura, un monumento a la mujer, un monumento a la belleza del cuerpo desnudo, un monumento a la diosa de la Luna, un monumento a la libertad.
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